Soy una marca, quiéreme mucho



Imagina que estás enamorado. Hasta arriba. Rebosas oxitocina. Ahora imagina que han pasado 20 años y quien te disparó las hormonas sigue dejando el cepillo de dientes en el mismo envase que tú y, además, eres feliz con eso. No indiferente, sino feliz. Dice la ciencia que hasta ese paradigma ideal del largo plazo se llega a través de dos elementos: confianza y compromiso.

Ese escenario, con su lealtad (y su dificultad), buscan hoy las empresas con sus clientes. Que, de entre todas, las miren a ellas. Las conozcan, las elijan, las quieran. En un mundo cada vez más fragmentado y conectado, rápido y volátil, destacar es prioritario. Conectar, vital. Y no hay nada que enganche más y mejor que la emoción. De la pérdida de eficacia de la publicidad tradicional nació el branded content, un modelo de comunicación de marca que no es tan nuevo como parece, aunque en los últimos años ha tenido un crecimiento, cuantitativo y cualitativo, exponencial.